Una vez toqué frente a unas 150 personas.

Y me equivoqué en algunas partes.

No sé qué pasó, pero me distraje.

Usualmente me pasa porque veo o pienso en cosas que no son lo que tengo al frente.

Normal.

La cosa es que cuando terminé, dos aspirantes a músicos (que conocían las piezas) me dijeron:

—Te equivocaste.

—No pensé que te equivocaras.

A una le dije: “Sí, me equivoqué.”

Al segundo, que me caía menos bien, le dije:

“Uffff, yo siempre me equivoco. Pero al menos me he atrevido a tocar en público muchas veces.”

No me dijo nada.

Él no se atrevía.

Tengo una amiga, también flautista, que me ha visto equivocarme un montón de veces.

Ella no me ha dicho nada. Más bien, se ríe conmigo.

Después de esa experiencia, leí esto:

“Un empresario nunca se reirá de alguien que está comenzando un negocio. Porque ya pasó por eso.”

Y se me quedó grabado.

Las personas que MÁS critican, suelen ser las que no han hecho ni la mitad de lo que critican.

Así pasa con todo.

Ojo, que no estoy exenta.

Pero I’m learning.

A veces mi lado pseudo diseñador ve un carrusel y piensa:

“Ay, qué feo.”

Y luego recuerdo que yo no había podido hacer un carrusel bonito.

Me callo.

Hace poco hice uno.

Tardé varios días. Una semana, creo.

Y de paso, después ni lo podía exportar.

Cuak.

La cosa es esa:

Los haters, muchas veces, son los que no han hecho absolutamente nada.

Por eso la importancia de hacerrrr.

Adriana Doer 🙂