Pueblo Potemkin
En Venezuela, cuando es temporada de elecciones, el gobierno se pone manos a la obra: pintan paredes, arreglan calles, cambian bombillas, reparten cosas y organizan conciertos con artistas que solo ellos conocen.
No sé si en tu país pasa, pero a esto se le conoce como “Pueblo Potemkin”.
Y viene por Gregorio Potemkin.
Este hombre, a finales del siglo XVIII, era gobernador de la parte sur del imperio ruso, además de amante, consejero y aliado de Catalina la Grande, emperatriz rusa.
Catalina se embarca en una especie de «Eras Tour» por su imperio, para revisar sus territorios conquistados. En esa gira, anuncia que va al pueblo de Potemkin junto a embajadores extranjeros; quería jactarse de todo su dominio.
El gobernador se emociona y planea que el pueblo se vea tan exitoso como una potencia, ocultando la pobreza real.
Y así fue.
Catalina llega por el río Dníper y se encuentra con fachadas de casas pintadas, campesinos ocupados, personas felices y trabajadoras…
“Qué buen trabajo hemos hecho”, habrá pensado. Pero resulta que todo era mentira.
Las fachadas de las casas y tiendas eran de cartón, los campesinos fingían su trabajo, además venían de otra región, y el equipo de Potemkin iba montando el show río abajo, anticipando el paso del barco de Catalina.
Todo para dar la ilusión de una economía próspera.
¿Te imaginas todo ese trabajón?
Hoy los historiadores dudan de la veracidad de esta historia, pero es tan famosa que se habla de “Potemkin” para referirse a cualquier intento de aparentar algo mejor de lo que es: pueblo, familia, influencer, lo que sea.
Pasó en Rusia, y pasa en internet con quienes venden programas de formación que prometen fórmulas definitivas, soluciones mágicas y apretar un botón para ganar 10 BTC diarios…
Detrás de esa fachada, hay poco o nada de sustancia. Qué osadía prometer el cielo y entregar humo, decepcionando a quienes están dando sus primeros pasos en el mundo digital.
Los estudiantes se van, no vuelven y lo cuentan con un altavoz en internet.
Un infoproducto se construye sin humo, sin adornos, sin fachadas falsas…
Aunque eso ya lo sabes. Si tú quieres construir un infoproducto real, pongámos a trabajar.
Sin cartón ni disfraces.
Adriana Anti-Potemkin 🙂