La historia de un genio
Hoy recordé la increíble historia de alguien que conozco, un verdadero genio.
Le llamaré G, no solo por Genio, sino porque, coincidentemente, su nombre empieza por G.
(Lo curioso es que esta historia no me la contó él, sino un conocido suyo. G no estaba presente, así que escuchar hablar tan bien de alguien a sus espaldas me pareció increíble).
Desde niño, G devoraba libros de química, matemáticas y ciencias avanzadas. Como regalo pedía libros y materiales científicos. Era como un Matildo, solo que con distintos padres.
A los 14 años, cuando le tocó estudiar química, ya dominaba los procedimientos. Mientras el profesor seguía seis pasos para resolver un ejercicio, G lo hacía en tres. A veces, solo escribía el resultado.
Esto incomodó al profesor, quien empezó a tener roces con él. Hasta que un día lo mandó a la dirección.
La directora, que ya conocía a G, quiso comprobar lo que ocurría. Así que se infiltró en la clase, sentándose al fondo, esperando su momento.
El duelo comienza.
(El profesor escribe un ejercicio en la pizarra y manda a G a resolverlo).
— G escribe el resultado directamente, sin mostrar el proceso. — Eso está mal —dice el profesor. — ¿Qué está mal? —pregunta G. — Necesitamos ver el procedimiento para saber si la respuesta es correcta. — Pero el resultado es lo que importa. ¿Está bien o no? — Sí, está bien, pero no puedes hacerlo así. Necesitamos ver los pasos. — No es necesario si ya llegué al resultado.
El aula se tensa.
Sus compañeros lo apoyan.
Es entonces cuando la directora se levanta de su asiento, como cuando John Kramer se levanta en el baño al final de la primera película de Jigsaw, revelando que había estado ahí todo el tiempo.
— Su trabajo es alentar el crecimiento de los estudiantes, no limitarlos. No puede preferir el método por encima del niño. Le molesta que G haya demostrado ser más inteligente que usted. Acompáñeme a la dirección.
La directora suelta el micrófono.
El profesor la sigue.
Minutos después, el profesor vuelve, recoge su maleta y se va. Ese día lo despidieron.
No sé cómo siguió G el resto de su etapa escolar, pero estudió Matemática Pura y ahora trabaja en la seguridad del gobierno de EE.UU.
Esta historia me conmovió no solo porque conozco a G, sino porque refleja lo que pasa en muchas escuelas.
No me sorprende que cada vez más familias opten por el homeschooling, metodologías alternativas y edtech. Porque priorizan el crecimiento individual por encima de un programa rígido.
Monge Malo lo dijo mejor:
«¿Cuándo en la historia de la humanidad se ha premiado el esfuerzo? Lo único que se premia son los resultados. Y los resultados conseguidos con poco esfuerzo tienen doble premio. Porque si eres capaz de hacer algo que para la mayoría es difícil, con menos esfuerzo o en menos tiempo, tiene que ser mejor recompensado.»
No premiemos el proceso.
Premiemos los resultados.
Adriana Genia 🙂