El objetivo es simple:
Que nuestra audiencia haga algo con lo que aprende.
Pero para que eso ocurra, primero necesitan entender por qué ese contenido importa y cómo les ayudará a lograr su transformación deseada.
No es el caso de muchos infoproductos, que solo te lanzan 10 tomos de enciclopedia en teoría, y al final no pasa nada.
Esto lo aprendí en mi primer trabajo como escritora fantasma, fue en una universidad. Escribía lecciones, guías, manuales, recursos, y otras cuestiones.
La cosa es que el contenido tenía una estructura.
Comenzaba con el “por qué”, luego el “qué”, y finalmente el “cómo”.
¿Te suena?
Sí, el famoso Golden Circle de Simon Sinek.
Ahí fue que descubrí esto, pero no era sencillo. No me enteraba, ni yo ni mis compañeros. Se escuchaba en los pasillos del chat laboral:
“No entiendo la estructura.”
“Es muy complicado.”
“No sé escribir así.”
Hasta que finalmente lo comprendí después de releer un montón, y varios gramos de paracetamol:
El “qué” informa.
El “por qué” transforma.
Pensémoslo como un mapa del tesoro:
La “X” roja es el “por qué”, es la promesa de transformación, la razón que inspira a iniciar el viaje.
El “qué” es el mapa, con sus rutas, pistas y detalles sobre cómo llegar.
Y el “cómo” es la forma. Puede ser en balsa, avión, moto acuática, o a lo David Meca.
Un buen infoproducto hace justo eso: motiva con el por qué, guía con el qué, y lleva a la audiencia para encontrar el tesoro con el cómo.
Si quieres que diseñemos tu mapa… digo, infoproducto, responde a este correo.
Ojo, que no iremos a nado.
Adriana Sinek 🙂