«Seguí con la única idea de darle fuerte a una palanca que me hiciera salir adelante en la vida. Solo para que la rueda gire. Y un día giró. Giró de la forma en que todos aquellos me dijeron que jamás giraría. Pero siguió girando y girando y girando. Y vi con la claridad de alguien que ve una rueda girar que todo aquello que intuía sencillamente funcionaba mejor de todo lo que había intentado antes.»

Ese es un extracto de un mail que leí hace tiempo.

Desde entonces, esa metáfora me quedó en la mente.

Darle fuerte. Seguir dándole. Esperar que gire.

Esa es la rutina real del emprendedor.

La rutina es esa: empujar una y otra vez con fuerza, esperando que pase lo inevitable.

Y sí, sé que la rueda llega a moverse.

Pero para eso hace falta algo que no siempre nos dicen:

– Esfuerzo (que depende de ti).

– Persistencia (también tuya).

– Y paciencia (esta es la más complicada, porque mezcla tiempo, fe y azar).

Estuve muchas veces a punto de rendirme.

La señal de que estaba en ese punto era el pensamiento, “mejor empiezo a actualizar el CV”.

A veces sigue apareciendo.

No tanto como antes, pero aparece. La diferencia es que ya no le doy tanto espacio.

Porque aprendí que no es lo mismo descansar que renunciar.

A veces es solo dejar de darle hoy.

No sé qué has intentado o estás intentando.

No sé si estás agotado, empezando, o si ya estás en Canva actualizando el CV.

Pero tu por qué e intuición importan.

Dale un poco más.

Una vuelta más.

Y después otra.

La rueda eventualmente gira.

Y cuando gira, no se detiene fácil.

Adriana Coach 🙂